Madrid, 9 Oct (20 Minutos).- Han pasado casi tres años desde que una variante del coronavirus terminó con la vida del recordado y añorado Carlos Marín, la voz española de Il Divo. Desde entonces, la vida de sus seres queridos no ha vuelto a ser la misma: su madre, Magdalena, y su hermana, Rosa, transitan entre los recuerdos de los últimos tiempos juntos; su exmujer, la también cantante Geraldine de la Rosa, empieza a encajar su muerte.
El próximo 13 de octubre, coincidiendo con la fecha de nacimiento de Carlos, la familia –junto a los amigos más cercanos– se reunirá en la sepultura del cantante en un acto que se prevé festivo y emocionante.
20minutos ha podido saber que, tras meses de enfrentamientos y procesos judiciales angustiosos, Geraldine de la Rosa, de nombre artístico Innocence, ha ganado la partida y desde hace algún tiempo se ha hecho con la titularidad de la vivienda en la que actualmente reside y que fue propiedad de Marín.
Haciendo valer la última voluntad del barítono, la familia se ha visto obligada a desistir después de que la justicia desestimara todas sus pretensiones. «A pesar de lo mal que se portó y de que esto invade la legítima, mi madre ha decidido cumplir con los deseos de mi hermano», dice Rosa en conversación con este diario.
En este sentido explican que fue la madre de Carlos la que, dispuesta a enterrar el hacha de guerra, se puso en contacto con Geraldine y le ofreció este acuerdo extrajudicial: eso sí, la viuda ha tenido que asumir el pago íntegro de los gastos y deudas hipotecarias y renunciar al pleito que había puesto en su contra.
El otro de los puntos que enfrentaba a Geraldine con la familia de Carlos era el uso del mencionado nombre comercial Innocence, con el que ella se hizo popular a media escala. Según ha podido confirmar este periódico, este comprometido asunto también se ha resuelto favorablemente para la cantante.
Así pues, podrá hacer uso de la palabra registrada para cualquier tipo de obra artística. De esta manera, se pone fin a una época de dolor, sufrimiento y desazón que ninguna de las dos partes tiene la intención de reabrir.